Muchos jóvenes, en su deseo de pertenecer a un grupo o de ganar la aceptación de sus compañeros, se sienten impulsados a consumir sustancias, especialmente durante la adolescencia.
Playas de Rosarito.-La adicción en niños y jóvenes es un problema que va en aumento y que afecta su salud mental y física de forma profunda.
Combatir esta situación requiere más que solo enfocar la atención en las consecuencias: es fundamental tratar las causas profundas que la originan. Factores como el entorno familiar, la presión social, los traumas emocionales y la falta de programas preventivos hacen que muchos menores recurran a las sustancias como una forma de escape.
Abordar estas causas ayuda no solo a prevenir las adicciones, sino también a fortalecer el desarrollo emocional y social de los jóvenes, explicó Lorena Meléndez Yáñez, presidenta de la Fundación Manos Unidos por Baja California A.C.
“Las adicciones en los jóvenes no surgen de la nada; detrás de ellas siempre existen causas profundas,”dijo Meléndez Yáñez.
Uno de los factores más comunes es el entorno familiar: cuando los niños y adolescentes crecen en hogares donde hay violencia, abuso o negligencia, el riesgo de que busquen una salida en las drogas aumenta significativamente.
Además, cuando alguien en la familia enfrenta una adicción, el riesgo de que el joven siga ese camino es mayor. “El hogar debe ser un lugar seguro para los niños y adolescentes, pero cuando esto falla, las consecuencias pueden ser devastadoras”, enfatizó.
Otro factor crítico es la presión social. Muchos jóvenes, en su deseo de pertenecer a un grupo o de ganar la aceptación de sus compañeros, se sienten impulsados a consumir sustancias, especialmente durante la adolescencia, cuando el apoyo y la aprobación de sus pares adquiere gran relevancia.
“El consumo de drogas o alcohol se presenta como una forma de demostrar ‘madurez’ o de pertenecer a un grupo, sin que el joven esté realmente consciente de los peligros”, añadió Meléndez.
Para prevenir las adicciones, es vital que la educación y concienciación comiencen desde una edad temprana. Los niños deben recibir mensajes claros, adaptados a su edad, sobre los peligros de las drogas y el alcohol, y sobre la importancia de aprender a gestionar sus emociones.
“Necesitamos que los niños y adolescentes crezcan en entornos donde se les enseñe a manejar sus sentimientos y a enfrentarse de manera saludable a los problemas, para que no busquen una salida en sustancias dañinas”, reiteró Meléndez.
Durante el Seminario de Prevención en el COBACH Centro de Playas de Rosarito, Meléndez subrayó el papel crucial que juegan las instituciones educativas.
Los programas de prevención de adicciones y las estrategias de salud mental en las escuelas pueden hacer una gran diferencia. “Cualquier información que ayude a los jóvenes a tomar decisiones informadas es valiosa. La presencia de nuestras autoridades, fortalece la confianza de los estudiantes para pedir apoyo si se encuentran en situaciones de riesgo”, destacó la presidenta de la fundación.
Cuando un joven ya enfrenta un problema de adicción, es crucial tratarlo sin estigmatizarlo y darle el apoyo que necesita.
Los menores que luchan contra una adicción necesitan una red de apoyo sólida, que incluya a su familia, a profesionales de la salud y, en algunos casos, a programas de rehabilitación especializados. Meléndez Yáñez enfatizó la importancia del rol de la familia en el tratamiento:
“Los padres, muchas veces abrumados o avergonzados, pueden reaccionar de forma negativa ante una situación de adicción. Pero es crucial que, en lugar de recurrir al rechazo o a los castigos, los padres escuchen a sus hijos, comprendan su situación y busquen ayuda profesional. La comunicación honesta y el apoyo incondicional pueden ser determinantes en el proceso de recuperación”, abundó.
Atender las causas de las adicciones en niños y jóvenes es, en palabras de Meléndez, una inversión a largo plazo en el bienestar de nuestra sociedad.
“Cuando tratamos este problema desde su raíz, no sólo prevenimos el consumo de sustancias, sino que también formamos una generación de jóvenes emocionalmente fuertes, con la capacidad de enfrentar los desafíos de la vida sin recurrir a soluciones dañinas”, concluyó.
Finalmente, la presidenta de la Fundación Manos Unidos agradeció a la Guardia Nacional por su labor de difusión de medidas de prevención entre los estudiantes de Baja California. Subrayó la importancia de la colaboración entre organizaciones, instituciones educativas y autoridades en la creación de entornos saludables y de apoyo para los jóvenes.